El hombre moderno está preocupado por el tiempo. Mucho tiempo. Corremos contra él. Queremos "matarlo". Creamos artilugios ilimitados para salvarlo. En 1965 Srila Prabhupada escribió un artículo titulado "El no tiempo es una enfermedad crónica del hombre común". Es alimento para el pensamiento.
Prabhupada escribe:
"El hombre ocupado debe tratar de saber adónde va. Esta vida no es más que un punto en su larga estancia, y una persona sana no debe ocuparse sólo de un punto. Nadie dice que el cuerpo no deba mantenerse, pero todo el mundo debería saber por el Bhagavad-gita que el cuerpo es el vestido exterior y el "alma" es la persona real que se pone el vestido. Así que si sólo se cuida el vestido, sin ningún cuidado de la persona real - es una pura tontería y una pérdida de tiempo."
A menudo, incluso quienes aprecian la dimensión espiritual de la vida tienen problemas para encontrar tiempo para una práctica de calidad; las exigencias mundanas tienden a ocupar nuestra atención y a minar nuestras energías. Muchos se resignan a la derrota y deciden profundizar en su espiritualidad más adelante, cuando los deberes y las exigencias hayan disminuido. Pero, ¿estará la vida alguna vez libre de distracciones inesperadas y responsabilidades acuciantes? Los coches se averían, hay que mediar en las disputas familiares, las exigencias del trabajo agotan nuestro tiempo libre, las casas necesitan mejoras, los amigos buscan consejo y atención, y los problemas de salud nos frenan. Siempre será un reto encontrar tiempo.
Así pues, dejar nuestra espiritualidad "en suspenso" a la espera de una situación "mejor" es una estrategia arriesgada. No hay por qué esperar ni tiempo que perder. Como dijo el poeta estadounidense Longfellow "¡no confíes en ningún futuro, por agradable que sea!" La reorganización externa de nuestra vida y la limpieza interna de nuestra conciencia no tienen por qué ser actividades mutuamente excluyentes. Como los dos raíles de una vía de tren, deben colocarse uno al lado del otro. Podemos rediseñar nuestro estilo de vida e intensificar simultáneamente nuestra espiritualidad; sólo hace falta determinación y organización.
Todo el mundo puede mejorar su capacidad de gestión del tiempo. Identifique y elimine los "destructores del tiempo" habituales, como la televisión, la navegación por Internet, las conversaciones telefónicas innecesarias y cosas por el estilo. Tener objetivos y horarios claros, evitando cuidadosamente la procrastinación y el letargo. Aprenda
para lograr un equilibrio adecuado entre el trabajo y la vida privada, en el que satisfagas tus necesidades económicas y responsabilidades mundanas, y al mismo tiempo dispongas de tiempo de calidad para la meditación, el estudio de la sabiduría y la introspección. Programe un tiempo para estas prácticas espirituales directas, ¡y proteja esas horas con su vida! El famoso versículo bíblico (Marcos 8.36) nos lo recuerda:
"Porque ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma?".
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